La relojería centenaria donde compran nobles, actores y toreros Proyectos históricos Consejos de pyme a pyme
El Cronómetro, una empresa familiar fundada por Enrique Sanchís en 1901, lleva más de cien años vendiendo relojes de las grandes marcas a las principales figuras de Andalucía. Aristócratas, futbolistas, políticos, actores, toreros y otros personajes populares de Andalucía lucen con orgullo en sus muñecas los relojes adquiridos en El Cronómetro , uno de los comercios más veteranos de Sevilla, con más de un siglo de antigüedad. Un establecimiento fácilmente reconocible gracias a su fachada, en la que todavía se exhiben los seis grandes relojes analógicos que fueron instalados como reclamo promocional con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Los orígenes provienen de una estirpe de relojeros valencianos del siglo XIX. Fue en 1901 cuando uno de los hijos, Enrique Sanchís, decidió abrir su propia tienda tras llegar a Sevilla después de una disputa familiar. Al principio, en la compañía «convivía la más humilde sirvienta con la más alta de las princesas», presumía el fundador. Después de tres décadas iniciales de cierta prosperidad, el negocio tuvo que sobrevivir a la autarquía de la posguerra, cuando las cuotas para la importación de relojes eran muy pequeñas. El despegue se produjo a mediados de siglo de la mano del hijo del fundador, Enrique Sanchís García, que apostó por especializarse en las principales marcas europeas. El Cronómetro se convirtió en parada prácticamente obligada para los grandes artistas que llegaban a la ciudad. Todo ello, mientras se consolidaba su clientela andaluza, presente desde los orígenes. «Podemos presumir de atender a las familias con más señorío y solera de Sevilla, de las que han sido fieles padres, hijos y ahora nietos», presume Enrique Sanchís Fernández-Menasque, actual dueño del negocio. Algunos de los relojes ofertados en El Cronómetro Suya fue la tarea de modernizar la organización del comercio para que no perdiera su pujanza durante las décadas de 1980 y 1990. Actualmente, todos los relojes vendidos en El Cronómetro pasan por un control de calidad propio con la supervisión de un especialista. También se efectúan reparaciones de los artículos que sufran algún desperfecto y se ha diversificado la oferta con la venta de productos de alta joyería. La formación constante es una seña de identidad de la plantilla, integrada por más de 10 personas con una amplia experiencia. El último vendedor en jubilarse, tras más de 50 años en el negocio, actualmente colabora para transmitir a los nuevos empleados la filosofía de la empresa. Para la última incorporación, Sanchís tuvo en cuenta las nuevas tendencias y contrató a un vendedor chino que pueda atender en su idioma a la clientela de ese país. Desde sus orígenes, El Cronómetro ha mantenido su tradicional establecimiento en la calle Sierpes, donde ahora se exhiben los relojes de calidad más alta. En 2003 adquirió un local anexo que desde el año pasado está consagrado íntegramente a los Rolex. Además, en 2015 también se abrió un nuevo comercio donde se venden los productos de otras marcas, lo que permite atender a una oferta cada vez más en aumento. Para garantizar la continuidad, la siguiente generación familiar -Álvaro Sanchís, el hijo de Enrique- ya trabaja en la empresa y está lista para asumir el relevo. Los principales retos de futuro pasan por desarrollar la página web y la venta online y abrir nuevos establecimientos en zonas con buenas perspectivas de negocio. Todo ello, con el objetivo de que El Cronómetro siga avanzando al compás de los tiempos para sobrevivir durante otros cien años. Proyectos históricos El Cronómetro también ha colaborado en algunos de los principales proyectos de la ciudad de Sevilla. Con motivo de la Exposición Universal, celebrada en 1992, ayudaron a diseñar el reloj monumental del agua que imitaba un diseño de Juanelo Turriano, inventor del siglo XVI. El mecanismo permitía que la manecilla del reloj se impulsara a través de cascadas de agua. El otro proyecto de mayor envergadura fue el reloj que en el siglo XVIII guiaba los rezos de los monjes del Monasterio de la Cartuja. Como el ingenio llevaba varios años destruido, tuvieron que basarse en un cuadro del convento. Consejos de pyme a pyme ¿Quién fue una figura importante en los primeros años del negocio? Mi abuelo, el fundador de la saga, ya que consiguió mantener el negocio en los años de penuria que vinieron después de la Guerra Civil. Luego, mi padre consiguió convertirlo en un referente de la distribución de relojería. ¿Cuál ha sido el momento más difícil? A lo largo de nuestra trayectoria hemos tenido varias crisis, aunque casi siempre han sido por causas ajenas al negocio. Las mayores complicaciones han venido por los cambios de los proveedores y las decisiones de la administración local. ¿De qué logro se sienten más orgullosos? Mantener la filosofía inicial del fundador: excelencia, servicio impecable y profesionalidad en todas las áreas del negocio. Por: IGNACIO BOLEA para el diario Expansión
El Cronómetro, una empresa familiar fundada por Enrique Sanchís en 1901, lleva más de cien años vendiendo relojes de las grandes marcas a las principales figuras de Andalucía.
Los orígenes provienen de una estirpe de relojeros valencianos del siglo XIX. Fue en 1901 cuando uno de los hijos, Enrique Sanchís, decidió abrir su propia tienda tras llegar a Sevilla después de una disputa familiar. Al principio, en la compañía «convivía la más humilde sirvienta con la más alta de las princesas», presumía el fundador. Después de tres décadas iniciales de cierta prosperidad, el negocio tuvo que sobrevivir a la autarquía de la posguerra, cuando las cuotas para la importación de relojes eran muy pequeñas.
El despegue se produjo a mediados de siglo de la mano del hijo del fundador, Enrique Sanchís García, que apostó por especializarse en las principales marcas europeas. El Cronómetro se convirtió en parada prácticamente obligada para los grandes artistas que llegaban a la ciudad. Todo ello, mientras se consolidaba su clientela andaluza, presente desde los orígenes. «Podemos presumir de atender a las familias con más señorío y solera de Sevilla, de las que han sido fieles padres, hijos y ahora nietos», presume Enrique Sanchís Fernández-Menasque, actual dueño del negocio.
Algunos de los relojes ofertados en El Cronómetro
Suya fue la tarea de modernizar la organización del comercio para que no perdiera su pujanza durante las décadas de 1980 y 1990. Actualmente, todos los relojes vendidos en El Cronómetro pasan por un control de calidad propio con la supervisión de un especialista. También se efectúan reparaciones de los artículos que sufran algún desperfecto y se ha diversificado la oferta con la venta de productos de alta joyería.
La formación constante es una seña de identidad de la plantilla, integrada por más de 10 personas con una amplia experiencia. El último vendedor en jubilarse, tras más de 50 años en el negocio, actualmente colabora para transmitir a los nuevos empleados la filosofía de la empresa. Para la última incorporación, Sanchís tuvo en cuenta las nuevas tendencias y contrató a un vendedor chino que pueda atender en su idioma a la clientela de ese país.
Desde sus orígenes, El Cronómetro ha mantenido su tradicional establecimiento en la calle Sierpes, donde ahora se exhiben los relojes de calidad más alta. En 2003 adquirió un local anexo que desde el año pasado está consagrado íntegramente a los Rolex. Además, en 2015 también se abrió un nuevo comercio donde se venden los productos de otras marcas, lo que permite atender a una oferta cada vez más en aumento.
Para garantizar la continuidad, la siguiente generación familiar -Álvaro Sanchís, el hijo de Enrique- ya trabaja en la empresa y está lista para asumir el relevo. Los principales retos de futuro pasan por desarrollar la página web y la venta online y abrir nuevos establecimientos en zonas con buenas perspectivas de negocio. Todo ello, con el objetivo de que El Cronómetro siga avanzando al compás de los tiempos para sobrevivir durante otros cien años.
El Cronómetro también ha colaborado en algunos de los principales proyectos de la ciudad de Sevilla. Con motivo de la Exposición Universal, celebrada en 1992, ayudaron a diseñar el reloj monumental del agua que imitaba un diseño de Juanelo Turriano, inventor del siglo XVI. El mecanismo permitía que la manecilla del reloj se impulsara a través de cascadas de agua. El otro proyecto de mayor envergadura fue el reloj que en el siglo XVIII guiaba los rezos de los monjes del Monasterio de la Cartuja. Como el ingenio llevaba varios años destruido, tuvieron que basarse en un cuadro del convento.
Mi abuelo, el fundador de la saga, ya que consiguió mantener el negocio en los años de penuria que vinieron después de la Guerra Civil. Luego, mi padre consiguió convertirlo en un referente de la distribución de relojería.
A lo largo de nuestra trayectoria hemos tenido varias crisis, aunque casi siempre han sido por causas ajenas al negocio. Las mayores complicaciones han venido por los cambios de los proveedores y las decisiones de la administración local.
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